Conste que no me voy a referir aquí a la
segregación por sexos. En principio, y a no ser que me lo argumenten muy bien,
estoy en contra de separar a chicos y chicas en las aulas.
Pero eso no implica que no esté en contra también
de la "manía" de muchos pedagogos y políticos en este país de
integrar a TODOS los alumnos con calzador en un “entorno escolar normalizado”.
Se supone que segregar a los alumnos del entorno
“normal” es un pecado nefando, propio de la derechona más rancia y elitista. Y
así hemos acabado en centros y aulas “normales” (entiéndanme) con alumnos con
grandes deficiencias intelectuales, psicológicas y conductuales. Yo he oído (y
visto personalmente) alumnos con síndrome de Down, alumnos con esquizofrenia
violenta, alumnos extranjeros sin NINGÚN conocimiento de nuestro idioma que
aterrizan automáticamente en el grupo que les corresponde por su edad (con una
cierta ayuda extra, es cierto, pero para mi insuficiente).
¿Estoy diciendo que a estos alumnos hay que
apartarlos AUTOMÁTICAMENTE de entornos educativos “estándar”? NO
Pero tampoco defiendo la integración automática y
generalizada.
No beneficia al sistema: perjudica al profesor
(que no está formado en absoluto para atender esos casos específicos y ve muy
dificultada su labor). Perjudica mucho al resto de los alumnos que ven
retardada la clase, pero sobre todo, y aquí es donde difiero de los pedagogos
de turno creo que, en muchos casos, perjudica EXTRAORDINARIAMENTE al propio
alumno protagonista.
Les cuento para ilustrarlo un caso concreto.
Situémonos: PCPI de Comercio. El PCPI (Programa
de Cualificación Profesional Inicial) es el grado más bajo de Formación
Profesional. Está dirigido a alumnos que no han conseguido sacar a partir de
los 16 años el Graduado Escolar y a los que por sus diversas carencias se les
recomienda que no sigan estancados en el sistema estándar tratando de sacarse
un Graduado que no van a conseguir por la vía convencional.
En el PCPI de Comercio se trata de formar a los
alumnos (fundamentalmente chicas, por eso a partir de ahora las nombraré en
femenino) como asistentes o dependientes de comercio.
Para ello se las saca del entorno escolar
normalizado, se las pone en grupos reducidos, se les impone una disciplina
bastante más estricta que en un centro de ESO normal (en algunos centros se las
llama incluso de usted) y se adaptan los contenidos a un contexto mucho más
práctico y sobre todo a su nivel de conocimientos.
Pues bien, por lo que yo sé, las alumnas
responden estupendamente. Piensen que estas alumnas, cuando estaban en la ESO,
eran en la mayoría de los casos, lo peorcito de su grupo. No llegaban al nivel
de sus compañeros, no entendían ni les interesaban los contenidos, se
distraían, se aburrían y en muchos casos se convertían en elementos disruptivos
(por aburrimiento más que por “maldad” en la mayoría de las ocasiones).
En el nuevo entorno adaptado a sus necesidades responden
mucho mejor. Atienden, participan, aportan sus opiniones y sobre todo se las ve
más satisfechas. No digo que dejen de ser milagrosamente“alumnas difíciles”
pero el cambio es sustancial.
Por eso, y concluyo, estoy favor de que no se
mantenga hasta los 16 años estudiando lo mismo a TODOS los alumnos. Creo que
hay chavales que por intereses y capacidades deberían tener otras vías de
acceder al Graduado Escolar, más prácticas, más orientadas a una integración laboral
cercana, menos académicas... Más adaptadas a sus circunstancias en suma.
En este caso, el “café para todos” ha demostrado
ser un fracaso.