lunes, 24 de septiembre de 2012

Pasmo nº 89: Sobre la integración escolar.

Conste que no me voy a referir aquí a la segregación por sexos. En principio, y a no ser que me lo argumenten muy bien, estoy en contra de separar a chicos y chicas en las aulas.
Pero eso no implica que no esté en contra también de la "manía" de muchos pedagogos y políticos en este país de integrar a TODOS los alumnos con calzador en un “entorno escolar normalizado”.
Se supone que segregar a los alumnos del entorno “normal” es un pecado nefando, propio de la derechona más rancia y elitista. Y así hemos acabado en centros y aulas “normales” (entiéndanme) con alumnos con grandes deficiencias intelectuales, psicológicas y conductuales. Yo he oído (y visto personalmente) alumnos con síndrome de Down, alumnos con esquizofrenia violenta, alumnos extranjeros sin NINGÚN conocimiento de nuestro idioma que aterrizan automáticamente en el grupo que les corresponde por su edad (con una cierta ayuda extra, es cierto, pero para mi insuficiente).
¿Estoy diciendo que a estos alumnos hay que apartarlos AUTOMÁTICAMENTE de entornos educativos “estándar”? NO
Pero tampoco defiendo la integración automática y generalizada.
No beneficia al sistema: perjudica al profesor (que no está formado en absoluto para atender esos casos específicos y ve muy dificultada su labor). Perjudica mucho al resto de los alumnos que ven retardada la clase, pero sobre todo, y aquí es donde difiero de los pedagogos de turno creo que, en muchos casos, perjudica EXTRAORDINARIAMENTE al propio alumno protagonista.
Les cuento para ilustrarlo un caso concreto.
Situémonos: PCPI de Comercio. El PCPI (Programa de Cualificación Profesional Inicial) es el grado más bajo de Formación Profesional. Está dirigido a alumnos que no han conseguido sacar a partir de los 16 años el Graduado Escolar y a los que por sus diversas carencias se les recomienda que no sigan estancados en el sistema estándar tratando de sacarse un Graduado que no van a conseguir por la vía convencional.
En el PCPI de Comercio se trata de formar a los alumnos (fundamentalmente chicas, por eso a partir de ahora las nombraré en femenino) como asistentes o dependientes de comercio.
Para ello se las saca del entorno escolar normalizado, se las pone en grupos reducidos, se les impone una disciplina bastante más estricta que en un centro de ESO normal (en algunos centros se las llama incluso de usted) y se adaptan los contenidos a un contexto mucho más práctico y sobre todo a su nivel de conocimientos.
Pues bien, por lo que yo sé, las alumnas responden estupendamente. Piensen que estas alumnas, cuando estaban en la ESO, eran en la mayoría de los casos, lo peorcito de su grupo. No llegaban al nivel de sus compañeros, no entendían ni les interesaban los contenidos, se distraían, se aburrían y en muchos casos se convertían en elementos disruptivos (por aburrimiento más que por “maldad” en la mayoría de las ocasiones).
En el nuevo entorno adaptado a sus necesidades responden mucho mejor. Atienden, participan, aportan sus opiniones y sobre todo se las ve más satisfechas. No digo que dejen de ser milagrosamente“alumnas difíciles” pero el cambio es sustancial.
Por eso, y concluyo, estoy favor de que no se mantenga hasta los 16 años estudiando lo mismo a TODOS los alumnos. Creo que hay chavales que por intereses y capacidades deberían tener otras vías de acceder al Graduado Escolar, más prácticas, más orientadas a una integración laboral cercana, menos académicas... Más adaptadas a sus circunstancias en suma.
En este caso, el “café para todos” ha demostrado ser un fracaso.